Hoy mi mejor amigo cumple 22 años, los dos patitos, y no sé qué escribir en este texto, no sé cómo explicarle con las palabras exactas que todos los días le doy las gracias a ese “quiensabequé” que ha hecho que nos encontremos, no sé cómo explicarle, para que entienda, que aunque no le conozca de toda la vida, aunque no lleve mi sangre, él es una de las pocas personas por las que no me pensaría dar la vida.
No sé qué palabras escribir para que no dude de que voy a estar siempre por muy lejos que la vida nos lleve, para que confíe en mi, para que cuente conmigo, para que no se le acabe la esperanza, porque él es mi mejor amigo, el que destaca entre todos, él único capaz de hacerme sonreír cuando estoy mal, el único capaz de secarme las lágrimas que se esconden dentro, esas que nadie ve, excepto él. El único que puede hacerme sentir que no estoy sola en una habitación vacía. Él es la persona que hace que no pierda la esperanza por las cosas duraderas. Yo hace once años me arriesgué a poner la mano en el fuego por nuestra amistad, porque duraría, porque esta no era como las demás, esta era especial, no una amistad cualquiera, ¿y sabéis qué? Hoy mi mano sigue en el fuego… ese que a veces me ha dado calor, pero nunca me ha quemado.
Hoy mi mejor amigo cumple 22 años, y no sé cómo decirle que tenga cuidado, que ande despacio, paso a paso… que no hay prisas para hacerse mayor.
Ayudadme a explicarle que quiero seguir junto a él durante muchos años, que si me echa de su vida me muero, explicadle que no quiero distanciarme, que prometo llamarle más para recordarle las perlitas que he soltado por la boca y así conseguir que se ría durante unos minutos, que buscaré la manera de poder visitar la Gran Manzana juntos y prometo recordarle lo mucho que le quiero todos los días.
Felices 22 añazos Daniel Heras.