Cuando se fue enterró mi autoestima en una caja con una cadena protegida por un candado y por desgracia se olvidó de dejarme la llave bajo el felpudo. Y ahí sigue, enterrada desde que se fue. No he conseguido desenterrarla y recuperarla.
Por eso necesitaba que volviera. Para que me devolviera la llave y no para que se quedara.
Pasados unos meses llegó él. La persona que consiguió desenterrarla, romper la cadena y devolverme lo que me pertenecía.
He vuelto a ser la misma de antes. Sonrío por nada, me alegro por todo, sea malo o bueno. De lo malo se aprende y lo bueno se disfruta.
Pero gracias. Me he dado cuenta de que no todo lo que reluce es oro y de que las segundas partes nunca fueron buenas.
miércoles, 26 de agosto de 2015
Felpudos. Llaves. Cadenas.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario