miércoles, 17 de enero de 2018

Empezar a vivir... al fin.

Soy el reflejo de esa persona a la que no quiero ver. Me planto frente al espejo y no soy capaz de mirarme, porque sé que si lo hago estaré mirando directamente a la cara a mis propios demonios. Tengo todos los errores, defectos e inseguridades marcados en algún rasguño sin cicatrizar en la espalda. Tengo los ojos tristes y la mirada perdida.
Soy un conjunto de locura y autodestrucción. Una bomba a punto de estallar. Soy dos manos temblando sin saber a qué agarrarse porque estoy encerrada en lo más profundo de mí misma. ¡Joder, no sé cómo salir de aquí!
Me partí el pecho en el intento de ser perfecta y sentí cómo se me colaron las inseguridades y los miedos. Sentí cómo poco a poco comencé a perder mi esencia y empecé a hacer de mis días una lucha interminable.
Acabé convirtiéndome en el campo de batalla de una guerra de desgaste. También me apunté a mí misma una y otra vez sin ser consciente de que si disparaba sería una vencedora vencida. Una vencida que en vez de luchar por sí misma acabó luchando por un canon que atenta contra lo increíble de cada persona. Debería haber entendido que mis defectos me hacían humana, una luchadora nata y una persona invencible.

No hay comentarios:

Publicar un comentario