viernes, 12 de enero de 2018

Marcos Taboada.

"Venga, joder, no te rindas ahora. No has llegado hasta aquí para quedarte tirada. Levántate, por favor. No puedo verte así, diciendo que no vales nada y que no vas a hacer nada. Yo siempre he creído en ti. Venga, vamos, sigue luchando. Cuando te conocí, dijiste que eras de esas que luchaban hasta el final por conseguir sus metas. Ya sé que has cambiado, el tiempo hace eso con las personas que sufren. Y que esta meta es más alta que nunca. Pero en el fondo sé que esa idea sigue igual en ti, y lo único que necesitas hacer es encontrarla. Lucha, pequeña, lucha. No te creas a esos que retuitean "como tú no hay dos, hay dos millones". Porque sabes de sobra que es mentira, que sólo es una excusa para no sentirse tan perdedores. Más bien créete a los que llevan por bandera algo parecido a "you don't give up on people you love", o "we'll fight 'till it's over", porque over significa el final de nuestra puta vida. Igual que esa absurda gilipollez de que si falla el plan A, el abecedario tiene 26 letras más. Ignórala, ellos se equivocan. Venga, sigue, yo sé que tú puedes. Que la dificultad te haga más bonita la escalada. Pelea por tus sueños, que si necesitas un empujón yo te lo doy. Pero por favor, no vuelvas a decirme que eres lo peor, que no eres capaz, no vuelvas a decirme que hoy lo dejas. Porque no te dejo."

Marcos, querido, has dado en el clavo. Estas palabras me inspiran tanta energía. Tantas ganas de seguir luchando. De volver a marcarme metas. De conseguir lograr aquello que llevo intentando años, de ser libre. Y de ser feliz, al fin, siendo yo el motivo de esa felicidad. Y cuando sienta que no puedo más, necesito a alguien a mi lado con la misma energía que tú, que me diga que yo puedo, que me ayude a levantarme, que me eche una mano, pero no al cuello.

No hay comentarios:

Publicar un comentario