lunes, 29 de octubre de 2018

La chica del pasado.

Querida sustituta,
ahora que tú eres la que le da la mano, quiero contarte unas cosillas, breves, pero importantes.

Antes de nada, quería pedirte que te dejes llevar, que es alucinante la velocidad con la que se le puede llegar a querer.

Posiblemente no me nombre muy a menudo, o puede que sí, pero seguramente lo haga lo más mínimo. Le entiendo. Ahora mismo yo sólo represento la palabra "pasado" en su vida y tú eres el "futuro". Y ojalá seas su futuro durante mucho tiempo.

Ni puedo ni quiero decirte cómo le gustan las cosas, o cómo se hace querer, porque eso es algo que o ya has aprendido o con el tiempo lo irás aprendiendo. Día a día a su lado lo irás descubriendo.

Te diré que le encantan las series, aunque es más de películas y que abraza como nadie en el sofá en invierno.

Le gusta demasiado hablar, de hecho, diría que no calla, pero siempre aprenderás algo nuevo con él.

No le pongas a Vetusta Morla si no quieres un concierto en medio de la Plaza Mayor. "Un día en el mundo" es su canción favorita y te aseguro que puede cantarla a todo pulmón si se lo propone, sin importarle nada más. Aunque a lo mejor ahora ha dejado de escucharla tanto, por los recuerdos que pueda traerle.

Más veces de las que le gustaría el orgullo le puede, pero siempre acaba volviendo donde es feliz y donde le hicieron reír.

Tiene muchas ambiciones en la vida, diría que más ambiciones que sueños tontos. Es muy realista, créeme, para cada problema tiene una solución. Se encargará de hacerte ver la vida desde otra perspectiva.

En cuanto a ti, tú siempre serás la preferencia. Sólo tendrá ojos para los tuyos, espero que haya aprendido a centrarse en las cosas importantes.

Tengo que avisarte de que discutiréis, y no poco, pero lo mejor viene después.

En serio, quiérele, quiérele como se merece. Ni un poquito más ni un poquito menos. Ámale con todo lo que tengas.

Aunque él me ha hecho más daño que nadie y yo crea en el karma, no le hagas daño, por favor, ese dolor no se lo deseo a nadie. Ni siquiera a él.

Vas a conocer al hombre que te cambiará la vida, como un día lo hizo conmigo.

Te soy muy sincera cuando te digo que quiero que seáis muy felices.

Ojalá te dé a ti lo que prometió darme a mí en su día.

Atentamente,
la chica del pasado.

lunes, 15 de octubre de 2018

conversaciones.

Una noche como la de hoy, cuando menos te lo esperas, tu mente empieza a recorrer cada una de las pequeñas cajas fuertes que hay en ella. Cajas fuertes un poco especiales, unas que no tienen candado y que no necesitan ni llave ni código de seguridad para abrir, unas cajas que se abren así, sin más, sin pretenderlo siquiera. A veces se abren para bien y otras para mal, pero nunca podrás controlarlo. 
 
Dentro de muchas de estas cajas se almacenan unas conversaciones no tan cualquieras y que, sin comerlo ni beberlo, salen sin más, salen de dentro.  Unas son conversaciones simples. Otras tantas conversaciones cortas. Conversaciones más largas de lo que deberían ser.  Conversaciones sin sentido. Conversaciones por conversar. Conversaciones contigo.Y hazme caso que de estas últimas hay muchas, muchísimas y no terminan por mucho que nos quedemos sin temas de conversación. 
 
En nuestras conversaciones hay deseo e ilusión por algo que vendrá sí, pero nunca tristeza. Conversaciones para convencerte de que yo más, siempre. Conversaciones para demostrarme que tú sabes de todo más que yo, siempre. Conversaciones para imaginar un futuro, nuestro futuro juntos. Conversaciones de dos enamorados. Y esos dos somos tú y yo. Como otras veces, como siempre. Dos enamorados que seguirán almacenando conversaciones hasta que su mente no les deje conversar más.

domingo, 7 de octubre de 2018

Ven a equivocarte conmigo.

Si piensas renunciar a ser perfecto, ven a equivocarte conmigo. Cuando no te importen los rasguños ni las heridas. Porque mientras haya tiritas que puedan pegarse a base de besos, y cicatrices que puedan coserse a base de abrazos, el resto puede que termine convirtiéndose en un todo. Con tantos “para siempres” vamos encargándole al futuro todo aquello que no somos capaces de construir hoy. Que es mejor querer a corto plazo, bajo intervalos reales de tiempo, que desquerer después, con el amargo sabor de aquellas decepciones que son las que más duelen, las que tenemos con nosotros mismos.
Por eso voy a quererte como se quieren las cosas que realmente se disfrutan: aquí y ahora. Con la única condición de que quererte a ti nunca signifique quererte más de lo que debería quererme yo. La única persona para la que un “para siempre” nunca debería ser condición, sino obligación.
Y de esta manera, poquito a poco, tu nombre será el destino de mi próximo viaje. Embarcaré en tus abrazos a tus primeros latidos para subirme a tus pestañas después. A continuación me sentaré justo en tu mitad porque, aunque no necesito una salida de emergencia, quiero notar cómo se vuela el mundo sobre tus alas.
Porque quién necesita aviones teniéndote a ti.
Y es que tantos años investigando y yo tan pocos para descubrir que el universo puede leerse en braile bajo cada uno de los lunares de tu espalda. Para qué querré pisar la luna si, sin esfuerzo, consigo sentirme en ella cada vez que tus comisuras se deshacen de su timidez. Cada vez que además de en destino, me conviertes en el motivo de cualquiera de tus sonrisas. Por eso ven. 
Tenemos razones suficientes por las que equivocarnos. No me guíes, acompáñame. Porque quiero una mano que me levante cuando tropiece e, incluso, que esté dispuesta a tropezar conmigo. Que yo nunca he tenido paciencia para leerme las instrucciones. Que yo siempre he sido más de corazón, intuición y ensayo-error. Ensaya conmigo. 
Y cuando confort se convierta en conformismo, avísame. Porque si algún día nos convertimos en error y dejamos de vibrar, al menos, no podremos recriminarnos el no habernos intentado.

viernes, 5 de octubre de 2018

Venga, va.

Tengo un plan perfecto preparado para ti. Consiste en coger un avión un martes a las ocho y cuatro minutos de la mañana dirección a la ciudad más bonita del mundo. Sería un plan corto, de esos que cuando terminan te dejan con ganas de más, que básicamente consistiría en invitarte a tomar un café en el balcón de un hotel con vistas a la Torre Eiffel, contarté allí mis planes de futuro, que me encantaría poder escribir algún día un libro con un protagonista que enamore tocando el piano tan bien como lo haces tú, o escribir un libro contigo que hable de nosotros sin ser nosotros; y volver a coger el avión para llegar de nuevo a este parque al día siguiente, volver a mirarte como se mira lo increíble desde la fila de detrás. 
Y es que nunca he visto unos iris tan llenos de ilusión, una mirada que me advirtió de que si empezaba a quererte esto podría ser una muerte perfecta, la sentencia definitiva que tanto andaba buscando. Ese plan del que te hablaba incluye que si quieres te puedo invitar a ser feliz, pago yo, por supuesto, que me han contado que eres el chico de la sonrisa bonita y el corazón roto, y yo tengo aquí unos cuantos versos dedicados para ti que podrían coserte. También puedo invitarte a que te quedes en mi cuerpo, que hay cicatrices de sobra como para que les pongas nombre y las visites cada día para evitar la hemorragia en cualquier momento. Y no sé cuánto tiempo le quedará a París; pero se merece vernos saltar juntos sobre sus charcos y que su cielo sienta vértigo cuando le miren tus ojos.