Hola 2019, debería empezar por presentarme, sé que todavía no has llegado, pero estás a la vuelta de la esquina. Te espero con todas las ganas, soy la chica
que te ha dejado hueco en la cama para que la sorprendas cada
mañana.
Verás, voy a ser sincera durante un rato. Durante este año he vivido mucho, he vivido
de verdad. Tengo cicatrices en el cuerpo por las batallas de este año, unas las llevo en el corazón y otras a simple vista. Han habido personas que me han marcado el alma. Me he dejado la piel con los que han merecido la pena y les he
dicho adiós a aquellos que decidieron marcharse. Han entrado también personas increíbles en mi vida a principios de año con las que espero seguir compartiendo risas, besos, abrazos y muchos momentos mágicos como este año. He puesto el corazón en cada cosa que he hecho este año. Los miedos a veces me visitaron de madrugada
pero he aprendido a vivir con ellos. He viajado, he conocido lugares que
enamoran, y personas que enamoran aún más. Me he equivocado, la he cagado 2018 veces por decir un número,
porque la lista es mucho más larga. He aprendido, y si no lo he
hecho ya lo haré en el futuro.
Querido 2019 quería pedirte algo. Sé que faltan aún 39 días para que llegues, sé que no me conoces, sé que llegarás entre risas, música, campanadas y copas de más. Presenciarás la
primera resaca, los regalos, los te quiero y las ganas. Por ello, quería
pedirte que me trates bien, que sí, que venga lo que tenga que venir,
que pase lo que tenga que pasar, pero que seas bueno, que las lágrimas
no superen a la risa, que me veas luchar y triunfar y que me regales la
vida. Quiero que este año sea un cuento con final feliz, con obstáculos,
batallas a capa y espada, versos, amor, amistad, salud…lo que se pide
siempre. Pero además, por pedir, te pido que cuides de los míos. Que cuides de los nuevos miembros de la familia y a los que están por llegar. Incluso te pediré que cuides de los que se han ido, de los que un día estuvieron y decidieron dejar de estar. Te pediré que cuides de Ele, de Grinch y de Max.
Querido 2019, ¿sabes qué? No estaba
deseando tu llegada porque cuando llegas significa
que el tiempo pasa, que el Peter Pan que llevo dentro ha crecido y que se cierra una nueva
etapa aunque no lo parezca. Ya sabes el miedo que me dan los cambios y más
cuando no sé lo que me depararán. El futuro está en tus manos, y en
las mías, así que prométeme que serás bueno, que quiero que cuando llegue tu
último segundo mi yo más sincero suplique que te quedes…Pero ya sabemos
que no todo es para siempre, así que por favor, querido 2019, haz que
dure, haz que sienta, haz que viva sin prisas.
Sorpréndeme, y no me falles, que tengo 2019 y alguna razón de más para ser feliz.
Atentamente, Alexandra.
jueves, 22 de noviembre de 2018
Carta a ti, travesura realizada.
No hace falta contar los días que han pasado, los kilómetros que nos separan (aunque vivas a menos de 60 km de mi) o las personas que nos distancian. No lo necesito. Fuiste la pieza principal del puzzle, esa que ya no encaja ni a presión, que vive de sueños e ilusiones que ya no coinciden con los míos.
Gracias por haberme enseñado a llorar, por haberme vuelto fuerte, por haber bombardeado a besos mis mejillas. Gracias por hacer que sintiera amor, ese algo que a gente como yo le daba miedo sentir. Tú, mi travesura realizada, has
conseguido que aprenda a golpes, a palabras y sin libros.
Así, sin magia ni trucos te fuiste o me
marché yo, quién sabe. De aquello que construimos entre los dos, solo quedan los huesos y hoy somos
como dos extraños que no tienen el valor de mirarse a la cara.
Nunca he llegado a odiarte. Había veces que pedía que
volvieras arrepentido, ahora sólo sonrío cuando alguien se llama como
tú, después se me hace una bola en el estómago y de nuevo revivo. Porque el tiempo ha pasado, las heridas han cicatrizado y yo he crecido, pero no a tu lado.
Hoy brillo más que nunca, me hiciste
daño, incluso sé que yo a ti también te lo hice, aunque debo decir en mi defensa que nunca lo hice intencionadamente. Aprendí a querer sin barreras, a amar a fuego lento. A fijarme más en los defectos de la otra persona y a acabarla queriendo incluso más por eso mismo.
Hoy te doy las gracias por haberme mostrado
otro mundo que no era ni blanco ni gris, sino que tenía el mismo color que tenían tus
mejillas cada vez que salías de nadar, y que, aunque ya no estés, sé que todo sigue igual.
Gracias por haberme convertido en la persona que soy a día de hoy,
y puedes estar tranquilo,
no puedo odiarte,
y mucho menos te tengo rencor.
Porque al fin y al cabo, al igual que alguien se enamora locamente de una persona, también tiene derecho a desenamorarse. Sin embargo, también vengo a advertirte de que
el día que me olvides por completo, de la nada, sin quererlo, apareceré de nuevo en tu cabeza, soy así, yo no duelo, yo marco, me quedo
tatuada en tu piel y me esposas a tu pecho, queriendo o sin
querer.
Simplemente gracias por todo, a ti, travesura realizada.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)