martes, 14 de enero de 2020

Aprende a querer

Hay muchas maneras de querer.

No todos los "te quiero" vienen a significar lo mismo. No todos queremos de la misma forma, ni queremos que nos quieran igual. Hay amores que no valen, amores que vienen con fecha de caducidad, amores que se caen si el viento sopla un poquito más fuerte, amores que no dan tanto como reciben de la otra parte. Hay "te quiero" que a la larga es soledad, que se convierte en lágrimas, desesperación, ruinas o tiempo perdido.

Por otro lado, están los amores cobardes: esos que tienen miedo de salir heridos. Se aferran a su soledad, se encierran en sus sentimientos y acaban haciendo daño. Y ni siquiera se dan cuenta. Pienso que para querer bien hay que abrirse en canal, hay que estar dispuesto a conjugar verbos en futuro, a construir proyectos que empiecen por un nosotros. Y sobretodo no temblar cuando "nosotros" sea la primera palabra de la frase.

Para querer bien hay que cuidar los detalles, hacer partícipe a esa persona con la que estás compartiendo tus días, renunciar a pequeñas cosas sin ser conscientes, hacerlo simplemente porque te apetece, no porque la otra persona te lo imponga. Y que todas esas cosas merezcan la pena. Si te suponen un esfuerzo, no te esfuerces, no las quiero. 

Porque cuando dices que me quieres, pero lo haces media voz, sé que no me quieres bien. La única manera de minimizar los daños es alejarme, ponerme una coraza, y de pronto deja de importar, ya no estoy tan pendiente, ya no me hace tanta ilusión. Y me alejo.

Me dueles, me decepcionas, me alejo y me pierdo.

Mira, quiéreme bien, o no me quieras. Caminar en dirección contraria a la tuya no formaba parte de mis planes, pero créeme que no seguiré esperando a te quieros de verdad. Porque los míos son de verdad, son sinceros, porque yo me lo merezco. La puñetera frase de no saber lo que tienes hasta que lo pierdes conmigo no funciona. Quiéreme bien o no me quieras, dámelo todo o no me des nada. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario