domingo, 8 de noviembre de 2015
Y quiero empezar diciéndoos que clavarse un alfiler en la pupila, justo en el centro, suena mucho menos doloroso que pronunciar su nombre.
Quiero confesar ahora que el morado de mis ojeras es el mismo que el de sus labios cuando tiene frío y él, últimamente, tiene frío siempre. Es por eso por lo que no tengo sueño. Y es que, aunque pueda sonar raro, él era de ese tipo de personas que si se fuese de putas pediría abrazos.
Se le notaba en la mirada cada vez que le tenía cerca, que se fijará en mi sonrisa, en mis ojos, en mis muecas..
Creedme cuando os digo que si le conoceríais empezaríais a creer en la perfección.
Me encantaba verle después de lavarse los dientes; los labios se le quedaban más rojos de lo normal. Sonreía, le abrazaba y me acariciaba los sueños. Me mordía la nariz y yo le atacaba la mejilla.
También cocínabamos juntos y no me dejaba picar la cebolla porque decía que por nada del mundo quería verme llorar si no era de alegría.
Él no era de los que regalaba flores. Era de los que te secuestraban un día para ir al campo a verlas.
viernes, 11 de septiembre de 2015
¿Sabes?
No has visto como llora cada noche abrazada a la almohada y esperanzada mira el móvil por si decides llamarla para darle las buenas noches o si al final ganaste a tu orgullo y eres capaz de decir que la echas de menos.
No eres capaz de mirarla. No eres capaz de ver cómo mira en todas las esquinas por si te ve. No para de visitar cada lugar que pisasteis juntos. No ves y nunca verás la decepción cuando posa la mirada y no te encuentra en ningún lado.
No has visto como se muere de ganas de decir que te quiere. Porque ella es así, te quiere a pesar de todo.
No la has visto llorar mientras escucha vuestra canción. Esa canción que tantas veces bailasteis en su habitación. Esa de Sheeran. Esa en la que hablan del amor. Amor que sentía y siente ella por ti.
No has visto lo mal que lo pasa cada vez que oye o lee tu nombre.
lunes, 7 de septiembre de 2015
Caminos de la vida.
No sé cómo empezar esta entrada. De veras que no lo sé.
Llevo días pensando en cómo será mi vida a partir de ahora. Ya no veré a mis amigos tan a menudo. Ya no será la mismo.
Cada uno seguirá su camino. Nos veremos por la calle, nos saludaremos pero ya no será lo mismo.
Eso es lo jodido de la vida. Creces años al lado de tu grupo de amigos y resulta que acabado el bachillerato cada uno escoge su camino y poco a poco va olvidando las amistades que ha forjado durante los dulces 12 años de enseñanza. Y eso suponiendo si os conocéis desde primaria, claro está.
Todos los recuerdos juntos, esos momentos inolvidables pasarán a formar parte de ese rincón de tu cerebro que poquito a poco cerrarás con una llave porque es más fácil cerrar la puerta y olvidarlo que afrontar la situación y darte cuenta de que tu vida es una mierda y que los necesitas en tu vida. Necesitas la rutina de despertarte por la mañana y a las 8:30 verlos a todos sentados en su silla esperando empezar otro día de mierda en este instituto de mierda. Pero al fin y al cabo la vida está hecha de cosas así.
Etapas y etapas. Saldrás de la universidad conociendo a muchas personas pero que acabarán igual que las primeras; en otro rincón bien cerrado. Y así sucesivamente. Cuánto antes seamos capaces de admitirlo antes podremos superarlo.
Pero que jodido es dejar atrás a gente que de verdad te importa.
jueves, 27 de agosto de 2015
Vale la pena luchar por lo que quieres.
Contigo, sin mi, con nosotros. Si, no, quizás. Ya no quiero. No puedo, me puedes. Te quiero, te odio. Me aburro, me canso, punto. Punto y aparte.
No me busques, que me pierdo. Que corro, que me voy. Que no quiero verte. Me sigues. Punto y seguido. Siempre es lo mismo. Dame motivos, dame razones para que me vaya que yo me quedaré.
Estás conmigo pero sin mi. Como los besos que se dan en los aeropuertos o los abrazos en las estaciones de tren; siempre con ganas de más. Que quien se conforma con poco siempre acaba ararrepintiéndos.
Que vale la pena luchar por lo que vale la pena tener.
miércoles, 26 de agosto de 2015
Felpudos. Llaves. Cadenas.
Cuando se fue enterró mi autoestima en una caja con una cadena protegida por un candado y por desgracia se olvidó de dejarme la llave bajo el felpudo. Y ahí sigue, enterrada desde que se fue. No he conseguido desenterrarla y recuperarla.
Por eso necesitaba que volviera. Para que me devolviera la llave y no para que se quedara.
Pasados unos meses llegó él. La persona que consiguió desenterrarla, romper la cadena y devolverme lo que me pertenecía.
He vuelto a ser la misma de antes. Sonrío por nada, me alegro por todo, sea malo o bueno. De lo malo se aprende y lo bueno se disfruta.
Pero gracias. Me he dado cuenta de que no todo lo que reluce es oro y de que las segundas partes nunca fueron buenas.
Momentos.
Llega un momento en tu vida en el que te das cuenta de que nada es lo que parece. Empiezas a valorar más las pequeñas cosas, los detalles como que al andar por la acera vas sin pisar las rayas que separan las baldosas, que al escuchar tu canción favorita en la radio te entra una sensación de bienestar que te dura todo el día, que al no ver a tu hermana durante días la acabas echando de menos, que tus amigos cuenten contigo para todo y que empiezas a creer que los martes 13 no traen tan mala suerte.
Te das cuenta de que ese vecino que te saluda todas las mañanas y que siempre os cruzáis a la misma hora se iría corriendo contigo al fin del mundo.
Te das cuenta de que corriendo por la vida no consigues nada. Te das cuenta de que debes dejar de correr, debes ir despacio y es ahí cuando descubres que esos momento son los que acaban diciendo quiénes somos.
Cada uno de nosotros somos la suma de todos los momento que hemos experimentado y son estos momentos los que conforman nuestra historia.
martes, 21 de abril de 2015
Pasar página es cerrar el libro - Loreto Sesma
domingo, 19 de abril de 2015
JLS
De pronto llega alguien que quiere quedarse a sabiendas de que a lo mejor pueda salir perjudicado.
Llega alguien que no pretende repararte porque sabe que la vida y tú tenéis un trato y no tiene nada que hacer.
De pronto llega alguien.
De pronto llegas.
Y cuando llegas lo llenas todo de color. Empiezo a amar tus pecas, tus ojos y ojeras. Empiezo a amar la forma que tienes de irte y de mirarme como si fueras a matarme antes de cerrar la puerta. Muchas veces eres inexplicable, como casi todas las cosas que nos hacen felices. Vas, vienes. Te paras, te ríes y me pides un beso.
Un vez me dijiste: <<Los finales felices sólo son para aquellas personas tan tristes que no son capaces de disfrutar de la historia, porque lo importante es el camino: las vistas, el cielo azul, las nubes y el olor de la calle después de una tormenta. Tus espalda, tus rodillas y tu barbilla. Tus ojos color avellana como las hojas que empiezan a secarse en otoño. Tus besos con lengua. Tus besos. Tu lengua>>.
Y sí, tienes razón, sólo me queda decirte que estamos en esta mierda juntos. Y te prometo que lo bonito del amor no es amar las cicatrices del otro, sino que la otra persona te enseñe a amar las tuyas.