Hoy he quedado con Natalia. Hacía unas semanas que no quedábamos. Necesito escribirle esto aunque no creo que llegue a leerlo alguna vez.
Hace tiempo me di cuenta de que la amiga que tenía hace 6 o 7 años dejó paso a la nueva Natalia. La que es responsable de una bebé preciosa, tanto o más que su mamá. Dejó paso a la chica amable, cariñosa y súper atenta.
Me siento tan orgullosa de ella que no me cabe en el pecho el orgullo. Ha sido capaz de sacar adelante ella sola una vida. Les ha cerrado la boca a todos esos que decían que no sería capaz de hacerlo, que sería una mala madre, a esos que le decían que no sabe dónde se mete. La primera yo. Me acuerdo todavía de las ganas que tenía de verle la carita a esa bebé pequeña. Me acuerdo de los nervios, de los miedos, de las inseguridades. Pero qué bien lo ha hecho y lo sigue haciendo.
Siempre he dicho que no quiero ser madre, quien me conoce de verdad sabe que esto es cierto, pero viendo a mi amiga y lo bien que lo ha hecho los miedos desaparecen. Llegan las ganas.
Me siento muy orgullosa de que me hiciese caso en su momento. Me siento parte de su vida de alguna manera.
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