lunes, 2 de septiembre de 2019

Los días raros.

Escuchando a Vetusta Morla de fondo me doy cuenta de que hoy es uno de esos días raros. Es un día de esos en los que noto que algo no va bien, que algo falla. Es un día de esos en los que no sabes si aguantarte las lágrimas o dejarlas que campen a sus anchas por tus mejillas.

Son las 20:55 de la tarde y llevo todo el día con el cuerpo raro. Esta mañana, tras otra bronca, se me ha venido el mundo abajo. Pensaba que había avanzado, que estaba caminando lejos, dejando atrás todos los fantasmas del pasado, pero me he dado cuenta de que sigo en el mismo sitio, estancada como hace meses, echando raíces en el suelo.

Soy de las que piensan que los finales felices escasean aunque por el camino nos llevemos alguna que otra alegría. Soy consciente de que podría hacer las cosas mejor, seguir las reglas impuestas por la sociedad pero prefiero salirme del camino dejándome llevar por los problemas. Es muy agotador pensar siempre en los demás, dejándote a ti siempre atrás.

Hoy han vuelto los fantasmas del pasado, esos que pensaba que ya me habían abandonado. Los recuerdos mejor guardados en el fondo del corazón, para que no duelan tanto. Enterrados. Sólo me hace falta cerrar los ojos y recordar cómo quedó todo la última vez, manchado de gris, de palabras amargas. No, créeme, no quiero que vuelva a repetirse ese desastre. Nada de esto merece la pena, porque hay cosas, viejo amigo, que no deberían ser.

Como bien dice Pucho en Mapas, cada error en cada intersección, no es un paso atrás, es un paso más. 

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