sábado, 5 de octubre de 2019

He vuelto a fumar


Joder, no quería hacerlo y mira. Aquí estoy. A las 21h55 en la terraza de mi habitación recordando viejos tiempos, viendo como poco a poco se consume el cigarro.

Llevo varios días con una sensación rara en el cuerpo. Necesito encontrar algo que me llene, algo que me haga darme cuenta de que cada día cuenta. Algo que me ayude a vivir, no a sobrevivir.

Llevo varios días pensando que te echo de menos, pero no como te imaginas. No echo de menos nuestra relación, ni mucho menos, ni siquiera te echo de menos a ti físicamente. Echo de menos lo que teníamos. La sensación de saber que estabas para todo, que eras amigo antes que pareja, que podía contarte cualquier gilipollez y que creías en mi.

Siempre me sentí muy apoyada por ti, a lo mejor por eso sigo dedicándome a escribir cuando algo no va bien y no soy capaz de hablar de ello.

Compartimos esperanzas para el futuro, sueños que nunca se harán realidad, logros que nunca se cumplieron y muchas decepciones que la vida decidió dejarnos.

Estoy demasiado estancada, no sé cómo seguir. No sé lo que siento ni soy capaz de descubrirlo. No queriendo hacer daño a nadie me lo estoy haciendo a mi misma.

Queriendo hacer las cosas bien, al final, la estoy cagando y no sé cómo arreglarlo.

jueves, 12 de septiembre de 2019

Nos hemos acabado del todo.

- ¿En quién piensas cuando no piensas en nada?

Esperaba que contestara:

- En ti.

Pero se quedó callado, pensó la respuesta y luego me dijo:

- No me suele pasar.

Y nos callamos. Nos callamos demasiado, y nos dejamos de caer bien en la cama, y nos tropezamos, pero no sólo con los jueves, que siempre están en medio, sino también con los viernes y los sábados. Nos descompasamos en la vida y dejamos de pisarnos aposta. Yo quería subirme a sus pies para que viera que caminar juntos, aunque costara, era más divertido.

Le echo de menos ahora y echo vino blanco de más en la copa, por eso de no tener la copa vacía nunca.

No es por ser una cabrona pero prefería que el sol no saliese por las mañanas en mi cuarto o quitarle las pilas al reloj por eso de que no tuviese que echarle de mi lado demasiado pronto.

Y así enlazamos mis mediodías con sus medianoches y el resto del tiempo pensaba que estábamos hechos el uno para la otra, pero esas cosas, según él, nunca debían decirse, y yo nunca fui de hacer preguntas que no supiésemos responder.

Nunca me echó, pero tampoco me pidió que me quedara y yo pensaba en él cuando no pensaba en nada.

 "Nos hemos acabado del todo." 

Fuimos la pareja más imperfecta que podría haber existido y somos el amor más contradictorio que podríamos haber tenido. Yo sólo quiero que sepas terminar y dejar las cosas en su sitio. Si vamos a acabar, empieza acabando conmigo.

viernes, 6 de septiembre de 2019

Natalia

Hoy he quedado con Natalia. Hacía unas semanas que no quedábamos.  Necesito escribirle esto aunque no creo que llegue a leerlo alguna vez.

Hace tiempo me di cuenta de que la amiga que tenía hace 6 o 7 años dejó paso a la nueva Natalia. La que es responsable de una bebé preciosa, tanto o más que su mamá. Dejó paso a la chica amable, cariñosa y súper atenta.

Me siento tan orgullosa de ella que no me cabe en el pecho el orgullo. Ha sido capaz de sacar adelante ella sola una vida.  Les ha cerrado la boca a todos esos que decían que no sería capaz de hacerlo, que sería una mala madre, a esos que le decían que no sabe dónde se mete. La primera yo. Me acuerdo todavía de las ganas que tenía de verle la carita a esa bebé pequeña. Me acuerdo de los nervios, de los miedos, de las inseguridades. Pero qué bien lo ha hecho y lo sigue haciendo.

Siempre he dicho que no quiero ser madre, quien me conoce de verdad sabe que esto es cierto, pero viendo a mi amiga y lo bien que lo ha hecho los miedos desaparecen. Llegan las ganas.

Me siento muy orgullosa de que me hiciese caso en su momento. Me siento parte de su vida de alguna manera.

jueves, 5 de septiembre de 2019

He vuelto a fumar


Joder, no quería hacerlo y mira. Aquí estoy. A las 21h53 en la terraza de mi habitación recordando viejos tiempos, viendo como poco a poco se consume el cigarro. 

Llevo varios días con una sensación rara en el cuerpo. Necesito encontrar algo que me llene, algo que me haga darme cuenta de que cada día cuenta. Algo que me ayude a vivir, no a sobrevivir. 

Llevo varios días pensando que te echo de menos, pero no como te imaginas. No echo de menos nuestra relación, ni mucho menos, ni siquiera te echo de menos a ti físicamente. Echo de menos lo que teníamos. La sensación de saber que estabas para todo, que eras amigo antes que pareja, que podía contarte cualquier gilipollez y que creías en mi. 

Siempre me sentí muy apollada por ti, a lo mejor por eso sigo dedicándome a escribir cuando algo no va bien y no soy capaz de hablar de ello. 

Compartimos esperanzas para el futuro, sueños que nunca se harán realidad, logros que nunca se cumplieron y muchas decepciones que la vida decidió dejarnos. 

Estoy demasiado estancada, no sé cómo seguir. No sé lo que siento ni soy capaz de descubrirlo. No queriendo hacer daño a nadie me lo estoy haciendo a mi misma. 

Queriendo hacer las cosas bien, al final, la estoy cagando y no sé cómo arreglarlo. 

lunes, 2 de septiembre de 2019

Los días raros.

Escuchando a Vetusta Morla de fondo me doy cuenta de que hoy es uno de esos días raros. Es un día de esos en los que noto que algo no va bien, que algo falla. Es un día de esos en los que no sabes si aguantarte las lágrimas o dejarlas que campen a sus anchas por tus mejillas.

Son las 20:55 de la tarde y llevo todo el día con el cuerpo raro. Esta mañana, tras otra bronca, se me ha venido el mundo abajo. Pensaba que había avanzado, que estaba caminando lejos, dejando atrás todos los fantasmas del pasado, pero me he dado cuenta de que sigo en el mismo sitio, estancada como hace meses, echando raíces en el suelo.

Soy de las que piensan que los finales felices escasean aunque por el camino nos llevemos alguna que otra alegría. Soy consciente de que podría hacer las cosas mejor, seguir las reglas impuestas por la sociedad pero prefiero salirme del camino dejándome llevar por los problemas. Es muy agotador pensar siempre en los demás, dejándote a ti siempre atrás.

Hoy han vuelto los fantasmas del pasado, esos que pensaba que ya me habían abandonado. Los recuerdos mejor guardados en el fondo del corazón, para que no duelan tanto. Enterrados. Sólo me hace falta cerrar los ojos y recordar cómo quedó todo la última vez, manchado de gris, de palabras amargas. No, créeme, no quiero que vuelva a repetirse ese desastre. Nada de esto merece la pena, porque hay cosas, viejo amigo, que no deberían ser.

Como bien dice Pucho en Mapas, cada error en cada intersección, no es un paso atrás, es un paso más. 

miércoles, 17 de abril de 2019

Lo mejor.

Me dijiste que sería lo mejor, ¿pero lo mejor para quién?

¿Lo mejor para mis ojos, que no dejan de llover por ti? ¿Lo mejor para el insomnio, que ha vuelto para hacerme compañía y quedarse?

¿Lo mejor para los viajes que ya no podré hacer porque todos ellos quería hacerlos contigo de la mano?

¿Lo mejor para los planes de futuro que habíamos hecho? ¿Lo mejor para quién?

Dime, por favor, ¿lo mejor para quién?

Estoy sentada esperando a ver cómo te conviertes en un desconocido, imaginando cómo podría haber sido mi vida de haberla pasado contigo.

Estoy volviendo a repasar todos aquellos momentos en los que fui feliz y he vuelto a escuchar todas las canciones que me dedicaste, como si fuese la primera vez y no doliese.

Nunca quise que acabara, que te despidieses con un beso en la frente como de normal hacías.

Me deseaste lo mejor, me dijiste que nos merecíamos otras cosas que juntos no podríamos darnos.

Buscaste excusas en heridas abiertas y entraste de lleno y sin protección.

Llevó 3 días intentando convencerme de que no volverás. ¿Sabes? Cuando se quiere no se duda. Pero admito que he dejado la puerta entreabierta por si se te ocurre llamar.

Intento asumir que esto se ha acabado, que vuelvo a ser la chica que escribe de madrugada por tener el corazón hecho pedazos. La chica que se encierra en casa y se aísla a su manera del dolor que siente.

Sé que algún día volveremos a encontrarnos y te diré que echo de menos hasta lo que no me gustaba de ti, y quizás no sintamos nada, o quizás pasemos a serlo todo, por fin.

jueves, 21 de febrero de 2019

Querida yo del futuro

Hazme caso, vuelve a leer esto cuando haya pasado tanto tiempo que ni te acuerdes de haberlo escrito.

No sé qué será de ti, no sé si seguirás persiguiendo tus sueños o los habrás abandonado ya, pero quiero saber algo antes de continuar.

El día que estés releyendo esto espero que hayas saciado tus ganas de viajar. Espero que no hayas perdido tus ganas de conocer nuevos rincones y de dejarte enamorar por la gente y la cultura del lugar más desconocido del planeta.

Quiero que seas sincera y me digas si eres la dueña de tu vida. Quiero saber si has perseguido hasta el más tonto de tus sueños o has dejado de hacer algo que te apasionaba sólo porque alguien se ha dedicado a quitarte las ganas.

Quiero saber si has aprendido a prescindir del reloj y de las agendas. Quiero saber si tus ganas de tenerlo todo bajo control y organizado te han abandonado. ¿Ha habido alguien capaz de hacer que te soltaras y disfrutaras de la vida? A lo mejor, por alguna casualidad, has sido tú quien decidió dejarse llevar.

Se sincera, ¿sigues pensando que tu piel es un lienzo y te has seguido tatuando después de cada borrón y cuenta nueva?

Necesito saber que amaste y que dejaste que te amaran como te mereces, porque tenías un corazón demasiado grande y mucho amor por ofrecer. Necesito saber que al fin lograste quererte, con tus kilos de más o tus kilos de menos. Con tus cicatrices y tus heridas.

Ya que estamos, quiero preguntarte por la familia. ¿Logramos enterar el hacha de guerra con nuestra hermana? ¿Mamá? ¿Y los peques de la familia?

¿Conseguiste llevar a cabo ese plan loco de iros a vivir a Zaragoza con Guillermo? ¿O estás viviendo cerca de alguna cala en Lanzarote? Espero que al menos uno de los dos lo hayas cumplido.

Me queda poco por decirte, no te desesperes. Lo último que te diré es que no te preocupes por las cicatrices y las arrugas, al final, son señales de que has vivido. Siéntete segura y orgullosa de cada una de ellas. Y ahora, dicho esto, quiero pensar que eres feliz.

A mi yo del futuro, dime que te quieres.

jueves, 7 de febrero de 2019

Qué bonita eres, Lanzarote.


Recuerdo como si fuese ayer la primera y última vez que visité la isla de Lanzarote.

Cuando salimos del aeropuerto lo primero que pensé fue que estábamos en Marte. Estábamos rodeados de volcanes, arena negra y palmeras. Recuerdo llegar a la isla de César Manrique, la que adornó con juguetes de viento, y sentir que una parte de mí se quedaría allí para siempre. Allí, donde reina el picón, el yeso y la Malvasía. Allí, donde descubrí el Appletiser. Allí donde reina el negro, el blanco, el verde. Allí, donde las carreteras desnudas de coches serpentean y serpentean.

Lo primero que pensé fue en por qué no había ido antes. ¿Por qué nadie me había dicho que no hace falta irte muy lejos para llegar al fin del mundo? Cuando aterricé en la isla pensé que estaría repleta de turistas, llevando orgullosos sus pulseras con "todo incluído", pero qué equivocada estaba.

Fuimos a los Jameos del Agua, a la Cueva de los Verdes y al Mirador del Río. Hicimos la Ruta de los Volcanes del Parque Nacional de Timanfaya. Pasamos por el Jardín del Cactus. Y aún habiendo hecho todo eso, siento que dejamos muchas cosas sin ver.

Cruzamos las mil palmeras de Haría, probé por primera vez el pescado en Arrieta y compartimos unas creps con mermelada de naranja amarga en Costa Teguise.

Nos bañamos en la Playa de Famara, pasando por la playa de Las Cocinitas y acabando en cualquier rincón que tuviese mar.

Creo que me dejé tantas cosas por hacer y ver para tener una excusa para volver. Y por eso, volveré para pasear por la playa de Famara y dormir allí a la luz de la luna.

Lanzarote me robó el corazón y una parte de mí se quedó en la isla. Fueron las dos semanas mejor invertidas en un viaje. Y a ti, Lanzarote, como dice el dicho: "Si eres guapa y eres rica, qué más quieres Federica”.

miércoles, 16 de enero de 2019

Hoy mi mejor amigo cumple 22 años, los dos patitos, y no sé qué escribir en este texto, no sé cómo explicarle con las palabras exactas que todos los días le doy las gracias a ese “quiensabequé” que ha hecho que nos encontremos,  no sé cómo explicarle, para que entienda, que aunque no le conozca de toda la vida, aunque no lleve mi sangre, él es una de las pocas personas por las que no me pensaría dar la vida.

No sé qué palabras escribir para que no dude de que voy a estar siempre por muy lejos que la vida nos lleve, para que confíe en mi, para que cuente conmigo, para que no se le acabe la esperanza, porque él es mi mejor amigo, el que destaca entre todos, él único capaz de hacerme sonreír cuando estoy mal, el único capaz de secarme las lágrimas que se esconden dentro, esas que nadie ve, excepto él. El único que puede hacerme sentir que no estoy sola en una habitación vacía. Él es la persona que hace que no pierda la esperanza por las cosas duraderas. Yo hace once años me arriesgué a poner la mano en el fuego por nuestra amistad, porque duraría, porque esta no era como las demás, esta era especial, no una amistad cualquiera, ¿y sabéis qué? Hoy mi mano sigue en el fuego… ese que a veces me ha dado calor, pero nunca me ha quemado.

Hoy mi mejor amigo cumple 22 años, y no sé cómo decirle que tenga cuidado, que ande despacio, paso a paso… que no hay prisas para hacerse mayor. 
Ayudadme a explicarle que quiero seguir junto a él durante muchos años, que si me echa de su vida me muero, explicadle que no quiero distanciarme, que prometo llamarle más para recordarle las perlitas que he soltado por la boca y así conseguir que se ría durante unos minutos, que buscaré la manera de poder visitar la Gran Manzana juntos y prometo recordarle lo mucho que le quiero todos los días.

Felices 22 añazos Daniel Heras.